Blablerías N°12 - Octubre 2014 | Page 6

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Tal como hemos dicho consideramos que contar cuentos es una actividad artística, ya sea que se la practique en la casa, la escuela, un hospital, la cárcel, etc.

Desde los comienzos de la historia se lo hizo al mismo nivel del auditorio. Sin embargo, hacia finales del siglo XX, los narradores se instalaron “en otra altura”: el escenario, tal vez por la preparación intencionada del texto y la búsqueda de una estructura adecuada (en la antigua Grecia las representaciones teatrales se hacían al mismo nivel que el público, se adoptó el escenario tal vez al advertir que para ejercer cierto poder no conviene la proximidad).

Nos referiremos como hemos dicho, a la narración que se practica en la actualidad en cafés, bares, auditorios, centros culturales, salas teatrales, etc.

Se convirtió en profesión independiente aproximadamente en la misma época en que el stand up comedy y los matchs de improvisación. Como éstos, si bien dirigido a otros públicos y con objetivos distintos, apareció en los bordes del meanstream y va ganando espacios y adeptos con la fuerza propia de quienes quieren, o aspiran, a salir de los márgenes.

En este momento son cada vez más los que practican este arte que va creciendo día a día de manera geométrica en la medida en que quienes se van capacitando procuran tener un espacio, comienzan a ejercer la docencia, surgen encuentros y festivales, se van generando fuentes de trabajo en colegios, editoriales, etc. y, si bien no se cuenta con una audiencia masiva, se va constituyendo un público consecuente e interesado.

En general las líneas estilísticas que se observan son muy diversas, desde narradores más tradicionales hasta otros que utilizan técnicas del stand up commedy o del monólogo teatral.

Aún con distintos recursos todos procuran “contar una historia”, por otro lado en una época de cruces, deslizamientos y búsquedas no parece posible ni esperable encontrar pureza de estilo.

Considerando estas observaciones, adoptaremos la denominación “narración urbana” para designar este fenómeno, que engloba todas las manifestaciones de transmisión de historias a través de la oralidad aún con los más diversos recursos estilísticos y que de algún modo se diferencia de la narración espontánea en la medida en que requiere de un trabajo de elaboración previa y se ofrece en sitios destinados a tal fin.

Ahora bien, ante este crecimiento vertiginoso de narradores que se presentan, o aspiran a presentarse, en espacios escénicos, surgen algunas preguntas: Para concentrar las miradas y sostener la atención de un público desconocido y con un dispositivo determinado, luces, escenario, etc., ¿se requieren determinadas condiciones? ¿Quién puede aspirar a convertirse en profesional? ¿Hay que tener un talento especial? Y si se considera que no se lo tiene, ¿se lo puede adquirir a través de una formación? Y en ese caso, ¿cuál sería la más adecuada?

BlaBlerías presenta aquí un fragmento de su libro , "Escenarios de la Narración Oral", publicado por Paidós:

HACIA LA PROFESIONALIZACIÓN

El narrador enriquece la práctica teatral y a la vez se aprovecha de muchos de sus milagros.

Patrice Pavis

Un nuevo aporte de Ana Padovani para la Narración Oral

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