Autarquía Número siete | Page 16

A Monsiváis “ La vida no es de nadie , la recibimos en préstamo . Lo único de verdad nuestro será la ausencia . “ -José Emilio Pacheco .

EL ETERNO

Social
El pasado 19 de septiembre nos recordó la “ solidaridad social ”, la “ conciencia plena de la situación política del país ”, del “ no nos dejaremos más ” hasta el “ cambios y promesas a cumplir ”. Todo esto entre los de abajo , a los que les suena contingente la palabra “ progreso ”. En esa fecha miles de civiles se reunieron – de nuevo – al llamado de ayuda con un único objetivo : salvar al otro ¿ De qué ? De la vida , del abandono nacional , de la desesperanza al cambio ; del nihilismo socio-político que busca imponernos el eterno retorno de sus viejas prácticas . Contra esta lógica , desconocidos se juntaron en las calles , se tomaron de las manos y se pasaron la vida . El 19 de septiembre se convirtió en la fecha que sacudió la nostalgia en los habitantes de ese sismo del año 85 , haciéndose presente en los derrumbes que evocan los paralelismos de los aparentemente distantes periodos que ahora se sincretizan entre sí . Monsiváis escribió Entrada libre como un libro que recoge la memoria de estos sucesos , promesas y secuelas que le legó el DF en el 85 a la actual CDMX , y que ahora sacude la mente de los que piensan en un urgente cambio social . La experiencia del terremoto le dio al término “ sociedad civil ”, desde el 85 , una credibilidad inesperada y a la par una dificultad : Debemos asumir que no hay algo así como una independencia absoluta , que los recursos estatales y empresariales son lo suficientemente fuertes como para frustrar todo proyecto independiente . Ahora también asumimos que no se trata sólo del evento de una semana , sino de una barrera histórica , una psicología colectiva y una estructura de poder .
Es entonces que se retrata con mirada crítica los relatos de los jóvenes que se frustraron por el intento gubernamental de sabotear la ayuda civil , por el desvío de los recursos alimenticios para los damnificados bajo una campaña televisada como “ ayuda gubernamental ”, en donde también se argüía que era la gente , y no el gobierno , quien obstruía la labor de rescate “ óptima ”. Después de que Miguel de la Madrid reconoció por televisión que no tenía “ los recursos necesarios para afrontar el siniestro con rapidez ”, se dispara en las cadenas de noticieros el anuncio posterior del presidente : “ Que todos se vayan a sus casas , ¿ a qué van a los sitios de desastres ? No contribuyan a la confusión ”. Siendo que la confusión la padecían ellos mismos . ¿ Cómo respondió la gente ante estas barreras ? Organizándose en grandes masas y “ robándose ” la despensa desviada para hacerla llegar a su destino , desobedeciendo al ejército y levantando la voz para ayudar-se , para reforzar el nacionalismo que tanto se había buscado desde los 20 ’ s y que ahora se escapa a nuestros conceptos . Es decir : ante nosotros estuvo la acción del ser mexicano . Los brigadistas aumentaban cada vez más , pero el gobierno , al ver tanta “ desobediencia civil ”, estructuró una campaña de “ normalización ” ¿ De qué normalización se habla ? Se exigieron peritajes , se impidió el paso a los edificios más dañados para sus previas “ investigaciones ”, mientras a la gente le invadía el rencor ante tal represión . De pronto salieron a flote los frutos de esta campaña : una devastación ecológica del valle de México , contratos y
transacciones que se hicieron en el “ peritaje ”. Se aclara entonces la fragilidad de México , tan a fondo como les fue posible . Millones de mexicanos captaron la fragilidad de un país ( des ) hecho a base de persistente lucro y potenciado por la desesperación popular . ¿ En dónde vivimos y a quién encomendamos nuestra seguridad ? Éstas se convierten ahora en las preguntas nacionales . Mucho se avanza cuando los ciudadanos dejan de esperarlo todo del presidente , cuya estatua abstracta de dispensador de bienes se erosiona a diario al darse a nivel popular una convivencia que prescinde por completo de él . El extremo de esta relación se da en la “ pérdida de la credibilidad ” (¿ caída del presidencialismo ?): el que no se les crea a los gobernantes no significa que abandonen el mando , pero describe un gobierno que ya no dispone de las resonancias habituales , de la ingenuidad popular como espejo de las proezas inexistentes , de la complicidad que suprime y modela la memoria . Pero si esta “ estatua ” ya se ha erosionado al punto de que los discursos no hacen ningún eco popular , ¿ qué la sostiene ? Un sistema económico que encuentra en ella su mejor aliada : intereses comerciales , especulación inmobiliaria , todo detrás de una parafernalia política que estimula la irresponsabilidad , el auge criminal de la industria de la construcción . Qué curiosa coincidencia : el caos que se creía fruto del temperamento latino , no era sino el irónico nombre de la voracidad capitalista . Voluntarios , damnificados , periódicos y demás nos informan con detalle el ritmo de violaciones a la ley .
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