Autarquía Número siete | Page 14

Psicología
Hablar de identidad en psicoanálisis no es sencillo . Y es que la identidad « en sí misma », no es nunca algo en sí , ni nunca dado . Recuerdo que una vez mi analista me dijo que más allá del mundo externo , de mis relaciones próximas con mi familia , amigos , compañeros , profesores y etcéteras — ya saben de cuáles —, yo « no era ». “ Tú , no eres , o cuando mucho tú no eres el resultado de los deseos , imposiciones , complacencias o expectativas con que los otros te dan contenidos ”. Algo así fue su formulación . Yo me pasmé , pues mi orgullo se aferraba a mis llamados logros , competencias , relaciones , capacidades , gustos , intereses y sueños . Según yo , yo era mis mandatos y mis acciones , o al menos mis respuestas ante los demás . Hasta hace muy poco entendí por qué cuando se inicia un análisis , un tratamiento o un proceso terapéutico profundo , el arte socrático de « conocerse a sí mismo » comienza por enterarte de que no eres lo que creías . Y más aún , en general somos otra ( s ) cosa ( s ). Rimbaud diría que , en su poesía , « eso » habla . ¿ Y entonces qué somos ? ¿ O qué soy ? En una respuesta rápida e intuitiva , le contesté a mi sagaz analista que no creía que se pudiera saber qué es uno , sino de qué está hecho , o cómo está conformado . Pero seguimos en queísmos . Y para hablar de yo en psicoanálisis hay que saber que la mente , el « aparato psíquico », tiene una estructura de personalidad particular que , en su mayor parte , no hemos elegido . Para Freud , el yo en la neurosis — y aún más en la psicosis — es la parte más pobre y atormentada de la personalidad : un mediador entre una parte que Freud llamó ello o el reino de las pasiones más primitivas , intensas y elementales que conforman o bien el erotismo o el deseo de destruir , y el superyó o la instancia crítica y juzgadora del yo , la herencia de la influencia limitante de los padres generalmente la
que permite al individuo controlar sus impulsos y vivir en sociedad . El ello , por una parte , busca gratificación inmediata , y hay que decir que generalmente la consigue , de todos sus deseos . Esto por medio de caminos silenciosos y muy diversos . Su demanda al yo es « tienes que satisfacerme ». Por otra parte , el superyó le demanda al yo suprimir todo aquello que atente contra la moral o el buen comportamiento , provocándole así un sentimiento intenso de culpa y / o castigándole severamente . Y bueno , el yo , por su parte , también tiene defensas en contra de estos dos maestros que pueden llegar a tiranizarle . Pero entonces el yo , ¿ es ? ¿ Vive ? ¿ O más bien sólo deviene entre la confusión y la desgarradura , entre la consciencia y la inconsciencia , entre la realidad y el sueño ? « El pobre yo », como diría Freud , hace lo que puede con su ambiente , con su constitución pulsional 1 , y con esa parte de la consciencia , voluntad y libertad que le queda , si es que queda alguna . Ahora sabemos por qué afirmar qué somos es problemático . Un profesor mío nos dijo una vez que el neurótico — aquellos entes humanos que no sufrimos de una franca y generalizada locura — tiende a dudar sobre sí mismo . En cambio , el psicótico , sabe y afirma lo que es : por ejemplo , “ yo soy el Chapo Guzmán ”, “ yo soy un superhéroe ”, y cosas del estilo . También dice saber , por paranoia , qué son los otros y qué quieren de él . Pero la generalidad de los seres humanos estamos más o menos advertidos de la imposibilidad de saber del todo lo que hacemos , por qué lo hacemos o quiénes somos en realidad . ¿ Qué viene a hacer un paciente a terapia o a análisis ? Pues , en el mejor de los casos , viene a conocerse a sí mismo . Cuando un paciente se describe como “ inteligente , culto , simpático , amoroso ”, además de que parece tener un gran narcisismo , es posible que dentro tenga otra parte inconsciente que constantemente lo hace sentirse “ tonto , ignorante , antipático y antisocial ”, por ejemplo . Lo que describimos acerca de nosotros es como el 10 % o 20 % de lo que podríamos saber . Cuando se usa la expresión , “ pasar sin ver por la vida ”, se refiere a gente que prefiere vivir desconociéndose a sí mismo y a otros . Pero la cosa no acaba ahí . No solamente no conocemos muchos de nuestros deseos irrefrenables o nuestras restricciones más injustas , sino que el yo también se ha formado a partir de identificaciones conscientes e inconscientes . Freud elabora con mayor profundidad este concepto en Psicología de las Masas y Análisis del Yo . La identificación freudiana , la más clásica , señala que su importancia estriba en incorporar figuras estructurantes de la mente . Por ejemplo , con respecto al complejo de Edipo , el niño toma al padre como ideal y como modelo activo , eminentemente masculino . Incorporará al padre en sus aspectos positivos y negativos , lo cual le generará ambivalencia hacia él . Hay que saber que la identificación es un mecanismo muy primario de la mente , y es anterior a lograr una relación de objeto interna 2 . En la identificación , el yo no está listo para diferenciarse del objeto o para relacionarse propiamente con él , sino que incorpora ( devora oralmente ) indiscriminadamente todo lo que puede de éste . Estos mecanismos de identificación temprana son descritos más cabalmente por Melanie Klein en la relación del bebé con su madre , en la que poco a poco se van integrando las funciones del yo necesarias para tolerar las exigencias de la vida mental y sus amenazas como el hambre , el frío , la frustración , la soledad , la angustia y la envidia .
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1 El término “ pulsión ”, por decirlo en español , se refiere a una necesidad o urgencia que inicia en el cuerpo ( como el hambre o la incorporación oral , y la descarga o expulsión anal ) y debe interpretarse en la mente para colmar dicha necesidad . Freud divide las pulsiones en eróticas y destructivas , del yo y sexuales ( que implican un objeto con el cual se buscará la satisfacción amorosa o destructiva ).