Anuario Raza Polo Argentino Anuario2018 | Page 54

“...hay que tener para poder jugar a este nivel, 12 o 15 caballos mínimo y ahí es cuando me di cuenta que había que criar, porque si algún jugador tiene una muy buena yegua, se la queda...” experiencia con el caballo y llegué al análisis que en este deporte hay que tener para poder jugar a este nivel, 12 o 15 caballos mínimo y ahí es cuan- do me di cuenta que había que criar, porque si algún jugador tiene una muy buena yegua, se la queda… Entonces empezamos a armar esta cría para que yo pueda jugar y poder montar a Facundo para los abiertos. Yo vengo del salto y estoy acostumbrada a ver yeguas muy prolijas y eso es lo que busqué desde el comienzo. Y ade- más, siempre hablando con Rubén Sola quien me parece que es una persona que sabe mucho. Entonces armamos un plan de comprar yeguas de dos años, hacerlas y criarlas y tener a un jine- te muy bueno como Facundo. Lo lindo del polo es que no es solo el juego sino el día a día en las caballerizas, ¿no? ¿Qué similitudes encontrás con los caballos de salto? —Sí, el salto es un deporte muy solitario. Tenés uno, dos o como mucho tres caballos. Y es una cuida mucho más artificial que la del polo. Para mí el polo es un contacto con más vida natu- ral que el salto y al ser cuatro, jugando contra cuatro hay más movimiento, más ambiente y también hay muchos argentinos y la verdad que los argentinos le dan una vida al deporte mucho más latina y más divertida y entretenida. —Lo primero, es la fuerza que tienen que tener. También la cabeza y la doma. La verdad no hay diferencias, puede haber cuestiones pequeñas como el tamaño o la forma de trabajo. Y por par- te del entrenamiento, en el salto se trabaja todos los días para que pueda salir a la pista el día del concurso, y en el caso del polo es igual, lo vas preparando para el día que tiene que salir a la cancha. —¿Cuándo aparece la cría de caballos en tu vida? Los caballos que seleccionaron en la com- pra, salieron bien, ¿no? ¿Qué criterios utili- zaron? —Fue un análisis que hice ya de más grande porque uno tiene más observación. Con el salto llegué a un muy buen nivel con una excelente yegua y trabajé con grandes personalidades del salto. En el polo llegué ya con 45 años y con más 52 —Para mí siempre buscamos el equilibrio. Las patas muy fuertes y la espalda también. Con pies ideales, ni tan chiquitos ni gordos y en mi caso, me gusta la perfección, me dicen que soy