“...hay que tener para
poder jugar a este nivel,
12 o 15 caballos mínimo
y ahí es cuando me di
cuenta que había que
criar, porque si algún
jugador tiene una muy
buena yegua, se la
queda...”
experiencia con el caballo y llegué al análisis que
en este deporte hay que tener para poder jugar a
este nivel, 12 o 15 caballos mínimo y ahí es cuan-
do me di cuenta que había que criar, porque si
algún jugador tiene una muy buena yegua, se
la queda… Entonces empezamos a armar esta
cría para que yo pueda jugar y poder montar a
Facundo para los abiertos. Yo vengo del salto y
estoy acostumbrada a ver yeguas muy prolijas y
eso es lo que busqué desde el comienzo. Y ade-
más, siempre hablando con Rubén Sola quien
me parece que es una persona que sabe mucho.
Entonces armamos un plan de comprar yeguas
de dos años, hacerlas y criarlas y tener a un jine-
te muy bueno como Facundo.
Lo lindo del polo es que no es solo el juego
sino el día a día en las caballerizas, ¿no? ¿Qué similitudes encontrás con los caballos
de salto?
—Sí, el salto es un deporte muy solitario. Tenés
uno, dos o como mucho tres caballos. Y es una
cuida mucho más artificial que la del polo. Para
mí el polo es un contacto con más vida natu-
ral que el salto y al ser cuatro, jugando contra
cuatro hay más movimiento, más ambiente y
también hay muchos argentinos y la verdad que
los argentinos le dan una vida al deporte mucho
más latina y más divertida y entretenida. —Lo primero, es la fuerza que tienen que tener.
También la cabeza y la doma. La verdad no hay
diferencias, puede haber cuestiones pequeñas
como el tamaño o la forma de trabajo. Y por par-
te del entrenamiento, en el salto se trabaja todos
los días para que pueda salir a la pista el día del
concurso, y en el caso del polo es igual, lo vas
preparando para el día que tiene que salir a la
cancha.
—¿Cuándo aparece la cría de caballos en tu
vida? Los caballos que seleccionaron en la com-
pra, salieron bien, ¿no? ¿Qué criterios utili-
zaron?
—Fue un análisis que hice ya de más grande
porque uno tiene más observación. Con el salto
llegué a un muy buen nivel con una excelente
yegua y trabajé con grandes personalidades del
salto. En el polo llegué ya con 45 años y con más
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—Para mí siempre buscamos el equilibrio. Las
patas muy fuertes y la espalda también. Con
pies ideales, ni tan chiquitos ni gordos y en mi
caso, me gusta la perfección, me dicen que soy