Anuario Raza Polo Argentino Anuario2018 | Page 49

Los principios de la doma clásica son accesibles en la obra citada de Podhajsky como también en la de tantos otros autores que a lo largo de los siglos la han mantenido vigente. Es, entonces un concepto al alcance de la mano, tanto en la lite- ratura como en la práctica de la referida Escuela Española de Equitación. Y lo cierto es que tanto el Polo, como el salto, el Pato, el dressage, el trabajo con la hacienda, el paseo, y toda otra actividad equina pueden bene- ficiarse por igual de esos principios que proponen un caballo manso, que responde a las ayudas, que tiene un cierto grado de reunión, que es flexible, que anda derecho, que permite un contacto per- manente con la boca y que tiene el balance co- rrecto. Claro que ese caballo domado según estos principios requiere luego de un entrenamiento y de una educación especiales para la actividad de que se trate, pero la base es la misma para todas ellas. Para tomar el ejemplo del Polo, la doma debe cul- minar en el manejo a una mano y con un caballo más tendido, menos flexionado, que lo que se va a exigir en un caballo de dressage. Pero la base sigue siendo la misma para todas las disciplinas. Un lenguaje común El caballo y el jinete se deben poder comunicar con un lenguaje en común. Y ese lenguaje no es otro que el de la presión, ejercida por el jinete, ante la cual el caballo debe ceder, en la medida requerida. El jinete puede ejercer presión con las riendas tan- to en la boca del caballo como en su cuello, o con sus piernas, de un lado u otro, sobre la cincha o detrás de ella. Y también puede hacerlo con su peso, colocándolo más adelantado o retrasado. A cada indicación del jinete, el caballo debería mo- ver la parte requerida de su cuerpo: paletas, pos- teriores, nuca, cuello, lomo, con el grado de inde- pendencia o de conexión que la acción requiera. Si no tenemos este control del caballo y esta co- munidad de lenguaje luego de una doma, es que la doma no ha sido completa y habrá que continuarla en la etapa de hechura, que debería ser idealmen- te la especial de cada actividad. 47