ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 94

ANDREA VICTORIA CANO cálculos. No les dejaron vivir en paz, les sacaban fotos, los allanaban, debían dejar sus casas con todo el mobiliario adentro para salir huyendo, pero nunca fue un problema para ellos ya que se trasladaban y empezaban de nuevo. Nunca se escondieron porque no tenían nada que ocultar, siempre dieron la cara, estaban a la vista de todos. El judío pertenecía a la Aeronáutica, lo habían mandado desde Israel, prácticamente desde ahí los movilizan para los trabajos sucios. A ese señor ya lo conocía Rosalía se hacía llamar Rubén, lo conoció en un banco de empeño en Buenos Aires. Eran dos filas y ese señor estaba en la fila del frente justo a la par de ella, le estaba haciendo el seguimiento, fue mandado por los Servicios del Mossad Israelí, entablaron conversación y fue ahí donde le saco el número de teléfono, diciéndole sádicamente que tenía cara de escritora, (se refería a un poema que Rosalía le había escrito a su hijo cuando estaba en la Antártida, en el cual mencionaba a una persona inconveniente: El General José de San Martín, así se lo hicieron saber los “chicos de la Triple A” cuando le hablaron por teléfono). Empezó a llamar y a molestar, dejando recados en su departamento de que quería hablar con ella, que la estaría esperando a las 18:00 en el Café de los Angelitos. Rosalía nunca daba un paso sin consultarle a Los Extras, Ellos le dieron la autorización para presentarse en el café, pero le advirtieron que estuviera con cuidado, que tratarían de darle algo, y así fue, por lo cual Los Extras debieron proteger a Rosalía. Al día siguiente del secuestro Rosalía estaba durmiendo, eran las 11:00 de la mañana y la española Magdalena le da unos puñetazos en la puerta y le dice: "¡Oye que te han llamado por teléfono toda la mañana, ¿Dónde estuviste anoche que no viniste a dormir?, vamos levántate y atiende el teléfono, que hay un señor que te está llamando!" , se levanta a los tumbos, la cabeza parecía que se le iba a reventar y atiende, y le dice el Señor Rubén con voz autoritaria, que la esperaba para almorzar en el Café de los Angelitos. Rosalía no sabía sí lo de la noche anterior había sido una pesadilla y la incertidumbre la 94