ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 89
ANDREA VICTORIA CANO
EL SECUESTRO DE ROSALÍA Y FELIPE
Los mensajes que recibía Rosalía sobre las estrategias que irían
sucediendo en Argentina fueron a parar a manos del "siniestro", por lo
cual ella pide perdón por su falta de conocimiento y por la ingenuidad de
su hijo, ya que Felipe no sospechaba que ser "siniestro" significaba
trabajar para los Extras destructores, asesinos, traidores, entreguistas de
la tranquilidad, de la paz y del patrimonio nacional, pero el "siniestro" sí
era consciente de su trabajo y de los movimientos que le eran adversos y
desfavorables para sus planes. De allí que comenzara Rosalía a
fraccionarle los mensajes, desatando una persecución despiadada e
infernal como él mismo. No dicho por Rosalía sino por los propios
Federales y las tres Fuerzas Armadas que así se lo hicieron saber.
En varias ocasiones fue secuestrada Rosalía y Felipe, la primera vez de
Rosalía fue en el año 73 por los “muchachos de los servicios de
inteligencia”, fue en un lugar público, desde las 4 de la tarde hasta las 10
de la noche la tuvieron interrogándola sin parar. La segunda vez fueron
los judíos, ¡Oh! los judíos, desde que la capturaron le sacaron la ropa y
le sacaron fotos desnuda, a lo que ella graciosamente comentó: “Espero
la hayan enfocado bien, no me gusta salir fea en las fotos” .
Grababan todo lo que ella decía mientras la tomaban del pelo tirándole la
cabeza hacia atrás, el “señor” que la interrogaba medía 1.80 aunque no
lo recordaba con detalle sabía que era un empresario muy conocido en
Argentina, también recordaba muy bien que cuando ella pedía agua le
daban algo acido, como naranja, después de ingerir aquella bebida se
desplomaba. Aquel “señor” le decía con una verborragia que era judío y
que venía de Israel, como pudo ver que era inútil interrogar a Rosalía y
que todo estaba en su mórbida mente, empezó a hablar hasta por los
codos.
Después de que Rosalía volvió en sí, la arrastró del pelo y de un
empujón la introdujo en la bañera a lo que ella gritó : “Noooo, que se
me moja el pelo” (su cabello era largo hasta la cintura) entonces le
“chantó” un gorro de baño de su mujer que arrancó de un tirón del
perchero. Después del baño le dijo que se vistiera, que bajara por el
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