ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 17

ANDREA VICTORIA CANO túnel donde habitaba una víbora del grosor de una botella de un litro, era negra verde y naranja, ¡divina! Rosalía la quería ya que era su única amiga, v ivía molestándola, le hacía "quichi, quichi", en la cabeza, y le decía : "Heey" dormilona, ¿todo el día dormís? ya que no tenía idea de que las víboras dormían de día y eran activas en la noche, tema que comprendió mucho tiempo después. La víbora empezaba a correrse y la mareaba, esos colores negro, verde y naranja, de escamitas imperceptibles, al tocarla y acariciarla la hacía estremecer, pero no de miedo, parecía que le corría una electricidad, pero era dócil y se dejaba acariciar, Rosalía definitivamente la quería, apenas podía y no la veían la iba a visitar. En una ocasión Rosalía estaba mirando por el vidrio de una ventana y observó a una víbora del grosor de una botella, tendría un metro y medio de largo, era de color negro con guardas blancas, pero después comprendió que no se trataba de una víbora (en el sentido femenino) sino de un "víboro", la vio venir arrastrándose hasta donde una pata plumífera y se empieza a deslizar sobre ella y la pata se pone chatita en el suelo y el “vivorón” se le va enroscando en el cuello, pensó Rosalía que la iba a ahorcar porque le dio un par de vueltas en el cogote y luego la miraba fijamente apuntándole a los ojos y resultó que la "víbora" se estaba sirviendo a la pata (sexualmente hablando) pisándola como hace el gallo. Al cabo del tiempo los patitos nacían con el mismo dibujo de la víbora en las plumas, de color negro y blanco con arabescos ¡divinos! El tema le había causado estupor, pero Rosalía siempre les tuvo un cariño especial a las víboras, por lo cual jugaba con muchas de ellas en el gallinero donde su "abuela" la mantenía encerrada. En otra oportunidad fue hasta el gallinero el hijo de 18 años de una amiga de su "abuela", Rosalía se encontraba jugando y en su inocencia quiere enseñarle su nueva mascota, el joven al ver la víbora se pone a gritar y alerta a Ana (la abuela), de inmediato llegan todos con palos de escoba y revientan a golpes al pobre animal, Rosalía queda muda de indignación y su angustia no tenía limite, que podía importar lo que 17