ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 122
ANDREA VICTORIA CANO
oscuro y un sombrerito con una pluma, se le asemejaba mucho el estilo
a la época de la película de Gardel, le preguntó si sabía donde había una
librería, que estaba en toda la esquina y la mujer le dijo que lo ignoraba,
en eso viene un señor con sombrero, un gabán color gris al tobillo y le
preguntó lo mismo, obteniendo la misma respuesta. Entonces regresa a
la galería y habían tantas entradas que le dio temor y desasosiego, en
eso viene una muchacha y pensó: "Le voy a preguntar a esta idiota a ver
qué pasa, sin imaginar que la idiota era ella, le preguntó: "¿Donde está
la jefatura?" , y le dice: " En la esquina doble a la derecha y la va a
encontrar" , la joven vestía como en los años 20's o 30's.
A la vuelta a su derecha ¡estaba! y cuando llega ve con sorpresa que era
igual a la jefatura de Córdoba, con las mismas arcadas, había en cada
unión un macetón con Ligustro y cuándo se acercó ¡allí sí que se dijo:
"pero esta idiota le dije jefatura y me envía a los bomberos", la idiota
seguía siendo ella, ya que sí era la jefatura pero tenían el uniforme azul
oscuro con vivos rojos en los costados del pantalón y en la gorra, pero lo
que más le sorprendió, fue que tenían un pincho en el casco, era
desconocido para Rosalía, por eso creyó que eran los bomberos, el
uniforme parecía a los capotes de los ferroviarios, claro que esa ropa
que usaban los ferroviarios era de Inglaterra, ya que en ésa época no
habían tejedurías, recién las puso en Argentina el "General", antes se
usaba toda la ropa importada. Cuando entró dice: "Buen día" y el que le
contestó le dijo: "¿Qué busca, que la trae por acá?" Rosalía le dice
que andaba extraviada, que andaba buscando una librería grande a lo
que él contesta : "Debe de estar confundida, que yo sepa por aquí
no hay nada como lo que usted me dice" Rosalía ya se empezaba
a preocupar, regresó a la galería y a medida que caminaba se puso a
examinar todo, vio que las veredas eran de ladrillo, y la calle de
adoquines, en la vereda entre ladrillo y ladrillo había gramilla de tres
centímetros de alto, enfrente de la galería había un tapial que asomaba
con una higuera en la pared. Después de ver todo eso se desesperó y en
eso siente la voz de Felipe que gritaba a todo cuello, y se dice: "¿Y ahora
qué hago?" la voz con su nombre que se filtraba por el piso y las
paredes.
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