ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 119

ANDREA VICTORIA CANO uno se reventó por la mitad y le digo : "¿Y ahora?" , se despanzurró, se salía todo afuera, y le dice nuevamente: " Mirá, voy a ir donde una de las coyas" que tienen carritos ambulantes y venden desde un maní hasta un elefante. Compró cuatro alfileres de gancho grande y los prendió desde adentro de los bolsos y cerró el soberano agujero, eso sí los alfileres se desabrochaban a cada rato. No hubiese sido ese el problema, si no fuese que en cada pueblo habían guardias, y todo el mundo debía bajar del ómnibus con los bolsos, había un policía y un militar bolivianos que los tenía en la mira. El policía como "enajenau”, metía la mano en el bolso y sacaba todo afuera al suelo y Rosalía le sujetaba el brazo y le gritaba ¡No, No!, y él la empujaba con el codo, y ella seguía sin soltarlo y seguía gritándole ¡No, No! hasta que le dio un empujón que cayó sentada, Rosalía pesaba aterrorizada que si ese "descontrolau" se ensartaba el alfiler del gancho en el dedo los liquidaba ahí miso con el "Fal". Por fin llegaron a Tucumán y Rosalía le dijo a Felipe: "Al final vendimos los pasaportes por cuatro huevos duros". Pero de lo que no había duda, es que estaban todos de acuerdo (tremendo complot) desde el Hotel, la Policía, el Consulado, y la Embajada. ROSALÍA TRANSCIENDE A OTRO PLANO Los Extraterrestres le habían mostrado a Rosalía unas cinco vidas pasadas, siempre ella y su hijo habían estado juntos, en dos ocasiones fue su marido, en otra su hermano, todas en diferentes países (Rusia, Damasco, China, Francia). Se lo mostraron como en un televisor, o en un video a colores, siempre fueron iguales en aspecto. No se vio en ningún momento "sexo", por si ese es el interrogante de los curiosos. Ella piensa que por ello siempre fueron muy unidos, pero cuándo se peleaban lo primero que pedía Rosalía a los de "arriba" era que no los pusieran más juntos, los dos eran dos potencias y los dos querían tener la razón y la última palabra. 119