ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 111
ANDREA VICTORIA CANO
conocer el terreno que había adquirido, la sorpresa de Rosalía fue
enorme, se trataba de una extensa llanura, "su manzana" como
estipulaba en el documento de compra y venta estaba al pie del volcán
Lanín, frente al lago Huechulafquén. No se perfilaba ni un árbol, no se
divisaba un alma de norte a sur, ni de este a oeste. Nada de nada.
El abogado se quedó contemplando el lago embelesado, el amigo de su
hijo (Roberto) trepó la Colina, Rosalía lo siguió de inmediato, pero el
piso se veía como sí en alguna ocasión el volcán hizo erupción, no era
firme, y se le hundieron los pies hasta los tobillos, cayéndose de bruces,
el abogado presuroso la ayudó a incorporarse, demás está decir que no
pudo subir.
Subió solo Roberto y le dice a Rosalía: "En esta tierra ha caído un
aerolito, dejó una grieta inmensa, no se ve ni el fondo" Entonces
como Rosalía llevaba una cruz colgada de su cuello que le había
regalado el "Padre Eusebio", confesor de Mussolini, se la sacó y le
dijo:"Ponelá en la grieta, ¡qué nadie ose poner los pies en mi
tierra!". A todo eso el abogado seguía ensimismado observando el
lago. Los Extraterrestres a pesar de las protestas de Rosalía por estar el
terreno en medio de la nada, lo precisaban así. Ya de regreso el
abogado echo de menos la cruz en el cuello de Rosalía a lo cual ella
respondió: "Recién me doy cuenta, se me habría caído cuando me
resbalé en la colina " concluyendo el tema.
Rosalía se entera después que dos jóvenes habían escalado el volcán
"Lanín" falleciendo los dos. La desgracia ocurrió en su terreno, y eso le
causó una gran congoja y cargo de conciencia hasta el día de hoy, la
apenaba mucho el tema.
Respecto a Vinelli la firma que vendió el terreno, se enteró Rosalía por
el periódico que al propietario lo levantó un auto por los aires matándolo
en el acto. Al señor que hizo la venta del terreno el cual era un militar
retirado falleció de un infarto. Al escribano que le hizo el poder Juan
Albo, murió también de un infarto. Rosalía ya no quería escribir ni una
sola línea de este relato sin que se lo ordenaran, detrás de ella habían
111