Anexo 29 - Julio 2014 | Page 2

03 informe Hito electoral. Atentos y sorprendidos, un grupo de ciudadanos observa por primera vez el sufragio de una mujer. Ocurrió el 17 de junio de 1956, en las elecciones presidenciales que colocaron a Manuel Prado Ugarteche en Palacio de Gobierno. Las mujeres representaron un total de 499.256 votos, cifra que sobrepasó los cálculos de los expertos. Las mujeres frente al poder y la política Construyendo a la futura Presidenta Durante años han luchado por salir del confinamiento histórico en el que fueron sumergidas, por otros y por ellas mismas. Hoy están a la vanguardia de los acontecimientos políticos, económicos y sociales del mundo. Sin embargo, el Perú es uno de los seis países en Sudamérica que aún no ha colocado a una mujer al frente del Poder Ejecutivo. Escribe Luis Antonio Vargas A lo largo de la historia, grandes acontecimientos como guerras, conquistas, descubrimientos científicos y gestas políticas, casi siempre fueron decididos y conducidos por varones. Las etiquetas y los prejuicios se construyeron desde la época de las cavernas, marcando el derrotero de un conjunto de sociedades que empezaron a quitarse el bigote recién en el siglo XX, al menos en Occidente. La aparente ‘superioridad’ masculina transitó por centurias y apareció incluso en dos de los primeros documentos sobre los derechos fundamentales del ser humano: la Declaración de Virginia de 1776 y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, derivados de la independencia estadounidense y de la Revolución Francesa, respectivamente, que no nombraron ni por asomo a las mujeres. Sin embargo, hubo una mujer que resaltó en esa época: Olympe de Gouges, quien en plena Revolución Francesa redactó un documento titulado Declara- ción de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, bastión de la paridad, emancipación y derechos femeninos de hoy. El voto femenino recién se aplicó por primera vez en 1893, en Nueva Zelanda, gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard. Posteriormente se aprobaría en el Reino Unido en 1918 y en Estados Uni- dos en 1920. En América Latina, Ecuador marcó la pauta en 1929, siendo Matilde Hidalgo de Procel la primera mujer que sufragó en ese país. La mayoría de sociedades entendieron de a pocos que no situar a la mujer al nivel de los hombres era irracional. Luego de la II Guerra Mundial (1939-1945) y con la participación de miles de mujeres en ese conflicto, hubo cambios positivos con miras a la igualdad de género. El desarrollo industrial y la aparición de la píldora anticonceptiva (1951) apuraron ese proceso, al brindarles conciencia sobre su rol en el mundo y una mayor autonomía sobre sus vidas. En el Perú, las mujeres siempre tuvieron un papel importante en las reivindicaciones políticas y sociales. Pero fue en la adversidad de las crisis y de las guerras que asomaron con brillo: Micaela Bastidas y María Parado de Bellido en la lucha por la independencia del dominio español, así como María Olinda Reyes, valiente ‘rabona’ que acompañó a las tropas peruanas en la guerra con Chile, sin olvidar a María Elena Moyano y a Pascuala Rosado, dirigentas sociales que se enfrentaron al terrorismo y que murieron dinamitadas por Sendero Luminoso. El siglo XXI podría ser escenario de otro tipo de estallidos: por ejemplo, el de la inclusión de la mujer en las grandes decisiones. Algo se ha avanzado en Occidente, pero muy poco en Asia y en el Medio Oriente. “Tengo la impresión de que el mundo se está volviendo cada vez más femenino y que las mujeres se están masculinizando. Por lo tanto, estamos en un punto de encuentro propicio para que las mujeres asuman la toma de decisiones en muchos campos, no solamente en la política”, sostiene Ana María Cano, profesora de la Universidad de Lima. Avances con lentitud Ana María Cano. “Tal vez la política formal de nuestro país, basada en el juego político decadente y en la componenda, no se adapte al tipo de influencia que saben ejercer las mujeres, siempre orientado a la búsqueda de soluciones”. Anel Townsend. “El Perú y otros países latinoamericanos han ido avanzado respecto a la inclusión e igualdad de la mujer, pero todavía quedan temas urgentes y pendientes que deben ser decididos por hombres”. Aquí el voto fenemino se oficializó el 7 de setiembre de 1955, durante la presidencia del Manuel A. Odría. Fue un gran avance, aunque debe quedar claro que el Perú fue el penúltimo país en promulgar ese derecho en Sudamérica. Fue así que el 28 de julio de 1956 llegaron por primera vez al Parlamento nueve ciudadanas elegidas a través de las urnas: la senadora Irene Silva y las diputadas Lola y Alicia Blanco, Carlota Ramos, María Silva, Juana Ubilluz, María de Gotuzzo, Manuela Billinghurst y Matilde Pérez Palacios. Ciertamente, tal demora histórica produjo un atraso en el liderazgo femenino en la política. Mientras que en Bolivia y Argentina hubo presidentas en la década del setenta, el Perú recién tuvo mujeres ministras de Estado en 1987: Ilda Urízar y Mercedes Cabanillas, titulares de las carteras de Salud y Educación, respectivamente, en el primer gobierno aprista. El Perú ha avanzado en la inclusión de la mujer en la política, pero aún se encuentra lejos de las conquistas regionales. Así, en Sudamérica, ade más de Bolivia y Argentina, también Brasil, Chile, Guyana, y Ecuador, han tenido presidentas. Argen-