andar por ahí | martin patricio barrios ago. 2012 | Page 42

Porque se estiraba la sombra como hasta allá, fiel, y yo con un pastito en la boca, pensando en Platón y en su caverna (el té-del-harem-de-Arquímedes, en la bañadera llena y en la gorda que la hacía rebalsar) y mi sombra, un poco anónima, un poco falta de información para tales cosas, porque: ¿cómo es que mi sombra puede enamorar a alguien que no sea sombra, si no tiene dientes, ni tiene color de piel, ni olor, ni suda, ni se ve muy bien de dónde viene fuera de mí y del sol que me la empuja? Entonces, para qué es que sirve esta sombra mía si no va a enamorar, si no le palpitan las orejas, ni tiene una puteada en flor, si no te va a decir que te quiero, o que te vayas al carajo, y en estos asuntos andaba yo, alarmado, pensando en mi sombra que solo podía enamorar sombras y qué triste amor sería ese, si de mí depende todo el día o noche con luna o con farolitos, de mí depende para todo y, queriendo disimular le dije: ¿qué mirás sombra? y la sombra no dijo nada. Estambul, Turquía, 2011.