25 años de la Condesa Eylo I | Page 97

La primera visión que tenemos sobre la gastronomía medieval es el típico banquete repleto de carnes y vino donde la población de alto estatus social celebra algún acontecimiento importante.

El pan fue algo característico de la alimentación medieval de las clases populares. Los campesinos tomaban las harinas menos refinadas y su pan, habitualmente pan de centeno, cebada, alforfón, mijo y avena, era más negro y con mayor contenido de salvado. Las harinas refinadas de trigo consideradas como unas de las más nutritivas, se reservaban para la elaboración de pan blanco que comerían las clases altas. Los panaderos cocían panes grandes que frecuentemente se utilizaban como plato donde reposar los alimentos que se comían.

La alternativa a aquellos que no podían adquirir pan era siempre las gachas, plato sencillo que se elabora cociendo granos de avena u otros cereales, frutos secos o legumbres en agua, leche o una mezcla de ambas. Suelen servirse calientes en un cuenco o plato. Las gachas de avena y sémola son las variedades más populares, si bien también se emplean otros cereales como la cebada y el maíz.

La mayoría de la carne proviene de animales domesticados. Era la carne de corral, el pescado, las aves y la verdura los ingredientes que formaban parte de los menús habituales.

Las piezas de caza salvaje presentes en las mesas de los nobles, la mayoría procedente de las cacerías en las que ellos mismos participaban, más que un alimento, era una muestra de poder y control sobre los dominios y las tierras.