2015 Spanish | Page 27

Nido de Árguila Abrigo Andino An Shelter of the Andes “Hermana Bertha, ¿cuantos meses tiene tu bebe? “¿Ruth? Ella tiene 14 meses” Preguntamos esto a la mujer que estaba criando cinco hijos ella sola mientras lavaba ropa de otros y así obtener sustento para ellos. Así que le preguntamos si tenía una petición de oración por la cual ella verdaderamente estaba clamando. Hace 13 años esto es lo que contestó: “Yo oro cada día para que nuestro Dios nos dé una casa que no gotee y que no sea derribada por las fuertes lluvias.” Así que con la ayuda de Dios le construinos esa casa. También la ayudamos a empezar un pequeño negocio de venta de frutas en la parte frontal de su nueva casa. Por un par de años su familia vivió con gran gozo y gratitud. Pero un día ella tuvo un ataque al corazón y fue llamada con el Señor a los pocos días. ¿Por qué? Aún le estamos preguntando a nuestro Dios. Sus cinco hijos quedaron huérfanos de la noche a la mañana. Pero Dios tenía otro plan. El ya había buscado y encontrado a un patrocinador que cubriría todos los gastos para estos cinco niños. Aun cuando su madre había partido con el Señor, los niños crecieron física y espiritualmente saludables y fuertes. El hermano mayor, Paul, entró al seminario mientras que el segundo hijo, Sergio, se unió al ejercito del Perú. Entonces otra tempestad golpeo la vida de estos 5 niños. Paul conoció a la chica equivocada y dejo el hogar y el seminario. A su vez Sergio dejo el ejército y se vio envuelto en situaciones ilegales. Ruth y su hermana Esther eran demasiado jóvenes para vivir solas en casa. Y es ahí cuando Dios abrió las puertas para un orfanato en Arequipa, “Abrigo Andino”. Ruth y Esther estaban inseguras y asustadas de dejar su hogar por primera vez, y especialmente por tener que mudarse a un lugar extraño y tan distante. Ellas fueron convencidas por nuestra directora del proyecto Niños de Jesus (COJ), Carmen Inugay. temprano para pasar un tiempo en oración y meditar sobre la palabra de Dios hasta que el desayuno este listo. “Querido Dios, ¿podrías po