2 Generaciones Número 5 | Page 11

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Abril Amable

Mi tía abuela materna murió de cáncer de seno. Cuando se trató era demasiado tarde y dejó a cuatro hijos pequeños. Mi madre también, entrando a los años cuarenta, se detectó unas bolitas. La operaron siete veces para extirparlas. La séptima vez que la operaron tenía cáncer, fue tratada con radiaciones y por un tiempo parecía que todo había sido un éxito pero después se le encontró en el páncreas y murió. A mis veinticinco años me encontré con una bultito en mi pecho, me operaron y todo indicaba que era benigno.

Muchas mujeres de mi familia habíamos tenido algún tipo de problema relacionado con el pecho. Sé que las emociones, los sentimientos no solucionados, traen consecuencias físicas, qué importante es la auto aceptación y qué difícil cuando nos encontramos bombardeados de imágenes en donde las mujeres aparecen delgadas, muy jóvenes, con poca ropa con unos pechos redondos, grandes y duros, como si hubieran sido creados por un mismo diseñador, y la realidad es tan diferente. Los hay de todos tamaños, colores y consistencias, los mismos pezones son muy diferentes entre una y otra pero sentimos que deberíamos de vernos como las mujeres de las películas o de las revistas que, sobra decir, están maquilladas y las fotos han sido manipuladas creando la ilusión de algo y haciendo sentir a miles y miles de mujeres que hay algo mal en ellas.

Los pechos están relacionados con el dar y el recibir. Sería interesante sentir, pensar, analizar qué damos y qué recibimos y qué no queremos dar y no queremos recibir. Hacer conciencia del porque socialmente las mujeres estamos tan afectadas por este mal. Qué sentimientos generalizados hay en nosotras… Creo que debemos rescatar nuestro valor y no dar hasta vaciarnos, amarnos, aceptarnos y cuidarnos, revisarnos física, mental y espiritualmente, buscar la ayuda necesaria. Mejorar la relación con nuestros pechos, conocerlos, tocarlos y sobre cualquier cosa, aceptarlos.