15M Valladolid (Mayo 2014) | Page 21

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Colaboración

También es recurrente la pregunta so-bre por qué el 15M no se ha constituido en un partido político. Más allá del sin-sentido como acabo de explicar, sería importante no olvidar lo que recoge el artículo 23 de nuestra Constitución: «Los ciudadanos tiene el derecho a parti-cipar en los asuntos públicos, direc-tamente o por medio de representan-tes, libremente elegidos en elecciones

periódicas por sufragio universal». Es decir, la existencia de representantes políticos no nos debería apartar al resto de ciudadanos de la participación de la vida política. De hecho, la redacción de este artículo prioriza esa participación ciudadana aunque nos intenten con-vencer constantemente de que sólo es válida mediante representantes.

Transformación en dos niveles

En todo proceso de cambio existen, al menos, dos ritmos distintos y ambos im-prescindibles: uno más rápido y otro más lento. En relación a los movimien-tos sociales que han surgido en los últi-mos tiempos en España, el más rápido es el que atiende a las necesidades inmediatas y que se plasma en acciones puntuales y efímeras (algunas más efec-tivas que otras): la paralización de desa-hucios, las manifestaciones, los encie-rros, los escraches, acciones como To-que a Bankia, la consulta por la sanidad pública, la desobediencia civil, las huel-gas...

El más lento, por su parte, es ese proceso de calado y transformación profunda, más difícil de conseguir y también de localizar a primera vista. Sin embargo, pienso que tras el 15M se ha generado un caldo de cultivo impres-cindible para ese cambio social, ya que ha permitido poner en cuestión los pila-res de un sistema que, no sólo no es jus-to, sino que se impone contra los intere-

ses de los ciudadanos. Cuestionar algo

y ser conscientes de lo que no queremos es el primer paso para poder avanzar. Por eso, las proclamas de «No nos repre-sentan» y «No somos mercancía en ma-nos de políticos y banqueros» son tan importantes, porque nos movilizan y ponen de manifiesto una realidad por la que ya no pasamos.

Y este 'virus' de la conciencia demo-crática es de los que no se va y de los que avanza pese a los intentos de crimi-nalización del Gobierno, ciertos repre-sentantes políticos y algunos respon-sables de medios de comunicación de masas. Esta forma de entender la res-ponsabilidad política ha venido para quedarse aunque la oligarquía y los sec-tores privilegiados hagan todo lo posible por trazar teorías conspiranoicas a su alrededor para desactivarla. Porque, aunque el proceso de incubación sea lento, la transformación de súbditos mane-jables en ciudadanos de pleno derecho es imparable. No hay vacuna posible.