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Sin duda el progreso más importante de la industria perfumista tuvo lugar en París a finales del siglo XIX mediante la producción de sustancias aromáticas por medio de síntesis química, llevando el perfume a su punto más álgido de la historia siendo en la actualidad una forma de expresar nuestra personalidad, nuestros sentidos y nuestras costumbres.

La fragancia es una belleza que se diluye, que se desvanece pero que deja una huella, una marca invisible pero real de la mente, que es universal y reconocida por todos, traspasando países, culturas y tiempos.

Al igual que la belleza de las formas de la anatomía corporal, la fragancia es efímera, y por eso tal vez es más bella, esa sensación única, irrepetible y temporal que desaparece, quedando solo su recuerdo en la eternidad de los tiempos.

Perfumes

A. Lajo

Estética&Belleza